Hideo Kojima es un creativo controvertido. Igual despierta amor y admiración desenfrenada que un odio visceral. Si me preguntáis a mí, diría que pese a ser uno de los diseñadores más sobrevalorados de la industria, es cierto que sigue siendo de los pocos que se permite el lujo de innovar y sorprender al jugador, ya sea con mecánicas e ideas lúcidas que con chorradas y ridiculeces varias. Sea como fuere, esta semana saltaron todas las alarmas al salir a la luz la posibilidad de que Kojima abandone su cargo en Konami el próximo 1 de abril y dejara la compañía después de terminar MGSV: The Phantom Pain.
Pese a que en el estudio nipón se esforzaron en desmentir inmediatamente esta afirmación, que el “A Hideo Kojima game” que encabezaba las portadas e imágenes promocionales de Ground Zeroes y The Phantom Pain hayan desaparecido no es una muy buena señal y, parece, todo apunta a que las horas de Hideo en Konami están contadas y, por lo tanto, será difícil que lo volvamos a ver trabajar en la franquicia Metal Gear (difícil, que no imposible; con este hombre nunca se sabe). Pero, ¿es esto tan grave?
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Es curioso ver cómo, para muchos, es el propio Kojima el principal damnificado. Ahora, pensemos: ¿qué tiene Konami más allá de Metal Gear Solid y Pro Evolution Soccer? La renovación de Castlevania llegó a su fin con no muy bien pie y la franquicia futbolera sigue mejorando poco a poco pero es una sombra de lo que un día fue. Si se desprenden de Kojima y, por tanto, de la única saga que les reporta críticas positivas y ventas a partes iguales, el futuro de una compañía que parece no saber qué rumbo tomar no pinta muy halagüeño. Sí, tienen ese Silent Hills en el horizonte (es un acuerdo entre Konami y Guillermo del Toro, Kojima no es imprescindible o necesario aquí) pero sin la fuerza comercial del creativo nipón, habría que ver cómo evoluciona el proyecto.
En cuanto al creador de Snatcher, me gustaría verle dedicándose a otras cosas. Que por fin aparcara la franquicia Metal Gear y demostrara sin cortapisas si merece todo el reconocimiento que se ha granjeado en las pasadas dos décadas o, por el contrario, sería difícil verle funcionar sin Solid Snake o Big Boss como protagonistas. No cabe duda de que 21 fue un gran título, además de una obra disruptiva dentro del mundo del videojuego, pero han pasado muchos años desde entonces. Kojima también recibió halagos por P.T, una de las mejores experiencias de 2014 en la que si uno se paraba a ver los créditos caía en la cuenta de que no había colaborado en absoluto. En definitiva, creo que Konami saldría mucho más perjudicada que Kojima de esta posible separación de caminos (un Metal Gear sin Kojima detrás sería como un GTA sin los hermanos Houser o un Souls sin From Software). Veremos.
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